
Luego de casi un año cerrado, el Balneario Nudillales, ícono turístico y económico de Alejandría en el Oriente antioqueño, reabrió oficialmente sus puertas. La Alcaldía del municipio confirmó la noticia y celebró lo que denominó un “renacer colectivo”.
La reapertura representa un alivio para decenas de familias que dependen directamente del turismo en la zona. El Nudillales, en sus mejores días, generaba ingresos de hasta $200 millones por fin de semana, gracias a la afluencia de entre 500 y 600 visitantes, según cifras locales.
Un lugar resiliente ante las crisis
Este no es el primer cierre que enfrenta el balneario. En 2022 estuvo clausurado por más de dos meses debido a daños en el puente que da acceso al lugar, en ese momento, la comunidad asumió con recursos propios la construcción de un paso peatonal provisional, permitiendo su reapertura. Fue una muestra clara de que los habitantes de Alejandría reconocen en el Nudillales mucho más que un sitio de recreación, lo consideran una fuente de vida económica y social.
Un conflicto que paralizó el turismo
El último cierre ocurrió el 3 de agosto de 2024, producto de una disputa entre la administración municipal y la Asociación Asocobal, que desde 2018 operaba el balneario. El conflicto escaló hasta el punto de una orden de desalojo, denuncias por supuestos incumplimientos contractuales y una medida drástica, el vaciado total de la piscina.
Mientras la Alcaldía argumentaba irregularidades en la extensión del contrato de operación y costos inflados por mejoras, Asocobal señalaba que se les desconocían años de inversión y trabajo comunitario. Aunque un fallo judicial concluyó que se había vulnerado el debido proceso, el cierre se mantuvo.
La reapertura, anunciada en redes sociales por la administración local, fue celebrada como un acto simbólico que marca el regreso del turismo a uno de los destinos más visitados del Oriente antioqueño. En palabras de la Alcaldía, el balneario “volvió a latir… y con él, también el corazón de nuestro pueblo”.
La decisión de reabrir ha sido interpretada como un reconocimiento al impacto económico y social del balneario, así como al deseo de reconciliación con los actores del territorio.