El ataque ocurrió la noche del jueves 24 de abril, cuando el conductor transportaba a un fallecido hacia Caucasia para realizar un servicio exequial. A la altura del municipio de Zaragoza, el vehículo fue alcanzado por artefacto explosivo y posteriormente recibió múltiples disparos de arma de fuego.
A pesar de la gravedad de las heridas, el conductor, identificado como Rubén Darío Silva Palacio, logró comunicarse mediante videollamadas con sus compañeros, pidiendo auxilio. Desde Medellín, sus colegas activaron las alarmas para enviar ayuda de emergencia, pero durante más de una hora no se logró la llegada de ninguna ambulancia.
Solidariamente, un coche funerario proveniente de Segovia se desplazó hasta el lugar del atentado y trasladó a Silva hasta un centro asistencial en ese municipio. Sin embargo, debido a la gravedad de sus lesiones, fue remitido de urgencia al Hospital San Vicente Fundación en Medellín, donde ingresó con muerte cerebral hacia las 5:00 de la mañana del viernes.
Tras el ataque, el coche funerario quedó abandonado en el lugar con el cuerpo del fallecido que transportaba. Posteriormente, otra funeraria de Zaragoza acudió para recoger el cadáver y llevarlo hasta sus familiares en Caucasia. El vehículo, por su parte, no pudo ser retirado inmediatamente debido a la presencia de hombres armados en el área.
“Nos invade la impotencia de todo un equipo de trabajo que siente miedo, rabia y desolación. Como funerarios debemos unirnos y comprender que somos una familia dispuesta a apoyarnos y acompañarnos en todo momento. Rubén es la viva imagen del amor por lo que hacemos, de la dignidad de nuestra labor funeraria y de la empatía por quienes sufren, porque el mayor legado que nos deja es servir a la comunidad en una de las situaciones de la vida de mayor dolor, que es cuando mueren los seres queridos”, expresó Luis Fernando Arango Madrid, gerente de la entidad de la Funeraria San Vicente.
¿Quién era el empleado que falleció?
Rubén Darío Silva Palacio dedicó 20 años de su vida a la Funeraria San Vicente. Era considerado un pilar en su equipo de trabajo, reconocido por su compromiso, su alegría y su profundo sentido de pertenencia y según relataron sus compañeros, su familia era su gran motor, especialmente su madre, hermanos y sobrinos.
“Rubén fue un funerario de alma, vida y corazón, alegre, con muchísima pertenecia, que amaba profundamente esta empresa”, recordó Isabel Cristina Arango, directora administrativa de la funeraria. Su fallecimiento ha generado una profunda tristeza y temor dentro del gremio, que exige garantías para ejercer su labor humanitaria en medio de la violencia.
Mientras las autoridades avanzan en la investigación, la principal hipótesis sobre el ataque, señala que el vehículo exequial habría sido confundido con una patrulla de la Policía, debido a la similitud en su carrocería, en un contexto de ataques recientes contra la Fuerza Pública en el Nordeste antioqueño.
