
En el municipio de Concepción, la vida cotidiana tiene un protagonista singular: Don Abelardo Marín, un campesino que desde hace 83 años camina descalzo por las calles del pueblo, convirtiéndose en símbolo cultural y parte del paisaje humano que identifica a esta localidad del Oriente antioqueño.
Un hábito que se volvió identidad
Desde niño, Don Abelardo decidió no usar zapatos. Ni el sol abrasador ni el frío de montaña lo han hecho cambiar de idea. Incluso en sus recorridos por zonas rurales, caminos de tierra o en el casco urbano del pueblo, sus pies permanecen descubiertos. “Nunca me pude acostumbrar a los zapatos”, confesó en una entrevista informal difundida en redes sociales por la periodista Érika Zava, donde su historia ha despertado curiosidad y admiración.
Descalzo, pero sin límites
Lo más sorprendente es que este hábito lo ha acompañado en todas las facetas de su vida. Trabajó en el campo siempre descalzo y, en más de una ocasión, ha viajado hasta Medellín sin calzado, desafiando las miradas y demostrando que para él la comodidad está en la sencillez de su estilo de vida.
Los pies de Don Abelardo, anchos y endurecidos, no muestran signos de dolor. Más bien son testimonio de resistencia, adaptación y de una vida en conexión directa con la tierra que lo ha visto crecer.