Así transitaban por caminos peligrosos los arrieros en Antioquia

Foto: Antioquia Crítica

Si algo ha caracterizado a los antioqueños es la pujanza y la determinación para lograr lo que a veces parece imposible. Saben sobreponerse a las adversidades y seguir con optimismo y prosperar.

Prueba de ello son los arrieros, aquellos hombres que jugaron el papel de conductores de mulas, fueron quienes crearon una identidad propia de los antioqueños, cuyas características aún se conservan.

Los arrieros tenían que soportar lluvias, soles y abrirse paso por caminos empinados y peligrosos por donde transportaban todo tipo de mercancía, animales y alimentos de un lugar a otro, supliendo las necesidades de los mercados de los pequeños pueblos. Eran hombres rudos con baja o ninguna escolaridad, recursivos e ingeniosos y generalmente gozaban de buena reputación.

La mula era la mejor compañía del arriero, eran cuidadas y protegidas, pues de estos animales de pendía el sustento de sus familias. También era común que se transportaran en bueyes, pero estos eran más lentos, por lo cual se empleaban para trayectos más largos por caminos menos transitados.

En medio de estos recorridos surgieron las fondas, que, además de paraderos servían como puntos de encuentro para el comercio que determinó las bases de la economía y la vida de Colombia durante el siglo XIX y principios del siglo XX.

Aunque con el paso del tiempo y la llegada de las carreteras se logró que prácticamente desapareciera este oficio, su legado de historia y tradición seguirá perdurando.