
Hace cuatro décadas, un bebé ingresó gravemente enfermo al hospital San Vicente Fundación de Medellín. Álvaro Enrique Álvarez, tenía apenas unos días de nacido y su familia biológica lo abandonó allí, poco después de que los médicos lograran salvarle la vida.
Hoy, ese niño regresó convertido en médico. Se llama Enrique Havinga y fue adoptado por una familia holandesa y se especializó en radiología pediátrica. Su regreso al lugar donde comenzó su historia no es casualidad ya que ahora busca retribuir la ayuda que recibió y convertirse en un puente de cooperación internacional.
“Me quedé aquí durante cuatro meses y me salvaron la vida”
Havinga estuvo hospitalizado durante cuatro meses antes de ser adoptado y llevado a Holanda. A los cuatro años, sus padres adoptivos le contaron toda la verdad, que si no hubiese sido tratado en ese hospital, no habría sobrevivido. Esa revelación marcó el rumbo de su vida.
“Yo quiero hacer algo en retorno para la gente y por eso estudié medicina y ser especialista por los niños. Sueño con ir a Colombia también para ayudar a la gente como médico”, mencionó Havinga en ese entonces.
En años recientes, buscó conocer su historia completa. Apareció en medios colombianos con la esperanza de hallar a su madre biológica y aunque no lo ha logrado, su deseo de regresar a Medellín como médico finalmente se cumplió.
Cooperación en un momento clave
El hospital San Vicente Fundación, al que regresa Enrique, se declaró recientemente en emergencia hospitalaria. Con una ocupación de urgencias superior al 280%, enfrentando uno de los momentos más difíciles de su historia.
En ese contexto, la llegada de Enrique no es solo emotiva, sino oportuna. El médico holandés expresó su intención de integrarse al área de cooperación y donaciones, con el objetivo de movilizar recursos desde Holanda para beneficiar a los niños de su ciudad natal y respaldar a la institución médica que lo vio nacer y renacer.
“Para mí, comienza una hermosa colaboración para los próximos 20 o 30 años y espero lograrlo junto con la gente en Colombia en este hospital. Grandes cosas para ayudar a las personas necesitadas que no pueden permitírselo. Solo quiero ayudar y estoy tan feliz de que finalmente haya llegado el momento”, afirmó Havinga.
La historia de Enrique Havinga es un testimonio de gratitud y propósito. Un círculo que se cierra para abrir nuevos caminos de solidaridad y humanidad.
